jueves, 8 de mayo de 2014

Hijos Nuestros.

Una pequeña historia
 les voy a contar
 niños míos
 hijos de mi corazón

Los he amado desde siempre
soy su madre
soy su protectora
el mundo me trajo a luz
sólo para cumplir mi misión:
hacerlos reír, reconfortarlos y enseñarlos.

Los he anhelado desde siempre
desde antes
desde la oscuridad

y entre tardes hermosas
y cálidas
en donde, desde mi ventana,
puedo contar las parejas
que de la mano pasean por el parque
he rezado por sus nombres
por sus almas

La historia que tengo para ustedes
trata de una señorita
con un corazón de cristal
y una cara
que fugaba su expresión
como si no perteneciera al mundo.
A ella le dolía la vida
y a pesar de eso,
cada vez que lloraba
una matita
crecía en el patio
ella, era infinitamente hermosa
y se sentía torpe, caminando por la calle
A veces se mareaba de ver tantas personas
y debía sentarse
sentada
se quitaba los zapatos e imaginaba que estaba en el mar.

Caminando por la playa
recogía conchitas blancas
que las niñas inditas
siembran para las mujeres torpes
visitantes de ciudad
que a penas saben cuidarse de los zancudos
y del sol
y desde su lugar en la arena
veía el atardecer
cálido y lejano
rezando
por mí.

Y yo, a pesar del ruido del mundo asqueroso e perene
a veces
podía
escucharla
murmurar
 mi nombre
como un suspiro
de espuma
y extinción
que llevaba consigo
mi dolor
lejos de aquí
y así pude seguir
en el mundo ajeno
y amarlos


desde antes

desde la oscuridad.