domingo, 20 de abril de 2014

A los gatos les gustan las historias. (Primer capítulo)

                                                                    I
Yo tengo un amigo gato y eso no lo puede decir cualquiera. Usted leerá esto en un tono de risible ternura y pensara para si "yo también tengo un amigo gato". Con todo respeto, querida o querido lector, lo que usted tiene es una mascota, y una mascota se la compra cualquiera.
Del gato, amigo mío de quién hablo, no es mi mascota, ni nada parecido, de hecho el acercamiento fue orgánico y paulatino como el paso de vecinos, o compañeros, o usuarios del mismo bus a amigos o conocidos  cercanos que comienzan a verse con mucha frecuencia hasta reconocerse entre si y saludarse de lejos, luego entablan conversaciones mas largas para al fin alcanzar el bienaventurado estado de “amistad”. Pues bien, así nos conocimos el y yo.
Primero, debo aclarar algo muy importante, él fue quien  empezó a hablarme, yo solo respondí por educación, y la secuencia de sucesos siguiente me llevó a conocernos mejor, hasta que empecé a visitarlo de vez en cuando. Ahora, pasado el tiempo sentamos a maullar en la acera mientras él se restriega contra mis brazos y muslos y me huele las manos para saber en dónde pasé el día, de paso con suerte si ando alguna botana y yo le rasco la cabeza mientras me escucha, a mí me gusta contarle cuentos y a él le gusta escucharlos, yo elaboro historias y el las revisa:

Hoy vi a una niña llorar
y repetía frases entre sollozos
entre sollozos se aferraba a sus piernas
sentadita
con un vestido muy bonito.
Otro niño
que también estaba triste sentado a su lado
le acariciaba torpemente
la espalda
y se acercaba para escuchar los balbuceos
y la niña
apenada
por sus bombitas de mocos
y el mar descontrolado de sus ojos
envolvía sus aflicciones
entre los pliegues
del bonito vestido
las envolvía
y las guardaba.
El niño
ansioso
la mira
atento
como si le gustara verla llorar
o sufriera su dolor también.
Entonces, la niña se tranquilizó un poco
y entre sus chorreadas tristezas
asomó los ojos
que de inmediato
entablaron conversación
con los ojos del niño
y ella
a como pudo
entre la prisión del torpe y cálido abrazo
y su cara enceguecida
tomó la mano del niño
y no la soltó por mucho tiempo.
Parecía que algo le dolía
pero…  ¿qué?

Luego nos sentamos a discutir.

-No necesariamente tiene q ser el corazón- le explico- y dudosamente a esa edad.

Por eso terminé advirtiéndole a mi gato amigo, que hay q tener cuidado sobre el juicio en cuanto llantos y gente pequeña, porque a los y las niñas les suele dolor el estomago, y a lo mejor eso era.
Hay otra cosa importante acerca de los gatos en general, que sólo se puede saber si se es amigo de uno:
A los gatos les gustan las historias.

Los gatos suelen contemplar el mundo, así, tal cual es. La cabeza de un gato es como un lente cóncavo.  A pesar de que prestan demasiada atención a todos los detalles sin descuidar el centro, sus conjeturas casi siempre son muy arremolinadas, por eso prefieren las historias… para ellos son como, digamos “procesos psicoanalíticos”: se la pasan analizando historias.