domingo, 27 de abril de 2014

La cálida melancolía de la neblina

A veces no puedo evitar,
 pequeño ser,
que me invada la ternura.
Cuando baja la neblina
 y se posa sobre el piso del corredor,
 sobre las plantas
y tus pies, no puedo evitar,
 pequeño ser,
que me invada la ternura.
Hay algo cálido
en la melancolía de la neblina,
 en la humedad de la tarde,
 en el color del cielo
 y no puedo evitar,
pequeño ser,
sentirme así de feliz.

Quisiera poder llorar
 y que en mi pecho,
se despeje el cielo,
como este cielo,
 hermoso y claro,
que se deja ver
mientras baja la neblina,
y se posa en el piso del corredor,
 en las plantas
y en los dedos de tus pies.

 Quisiera tener la carne amarga, quisiera destruirte, quisiera que... quisiera que mi sangre fuese ácido, y derramarla sobre vos, pero, no puedo evitar que me invada la ternura al ver la melancolía de la neblina, pequeño ser.

             "Andá afuera y recojé agujas secas de ciprés y hagamos nidos para los pájaros."

Hay muchos pájaros en el jardín. 
Sin embargo, 
nunca se van a acercar a vos 
pequeño ser. 
Es mejor
 hacerles nidos, 
verlos a lo lejos 
hacer su vida, 
en los árboles, 
en esta casa. 
Hay muchos escarabajos en el baño,
 y muchas cucarachas en la cocina.
 Podés contarlas a todas, 
pero de una u otra manera 
mueren, 
no hay forma de salvarles.
 Andá afuera y recojé agujas secas 
de ciprés 
y hagamos nidos 
para los pájaros,
 a esos si podemos nombrarlos 
y llamarlos 
con silbidos.

Anoche fue una noche triste y solitaria, y los escarabajos se movía en la oscuridad. Por un momento te perdí... te perdí. El lodo llegaba hasta el pecho y me ahogó, me atasqué en él, me... yo me... tenía miedo a la oscuridad, ay pequeño ser, anoche fue una noche triste y solitaria. Podés contar las gotas, pero de alguna u otra manera, mueren, la lluvia muere al caer contra el suelo. A veces no puedo evitar, pequeño ser, que me invada el terror, cuando me doy cuenta que todo es una realidad pesadillesca, que no hay vuelta atrás, no hay, no hay, no hay nada, sólo lodo destructivo y cochino, que trepa hasta el techo a como trepan las polillas a la luz, podés contarlas pero de alguna u otra forma mueren. 

En estas tardes 
cuando baja la neblina y se posa
sobre el piso del corredor,
y te veo recoger agujas secas de cipres, 
no puedo evitar, 
pequeño ser,
que me invada la ternura.